El sábado por la noche recibí la triste noticia del fallecimiento, por causas naturales, de la magnífica actriz Maureen O'Hara. Siempre la he admirado y llevado en mi corazón por distintos motivos, así que la noticia de su muerte a los 95 años de edad, me ha llenado de tristeza y he de reconocer que me he entregado a la melancolía.
También he pensado que fue una suerte que le concedieran el Óscar honorífico a una carrera prolífica y llena de éxitos, eso sí, una concesión casi in extremis, un poco más y no llegan a tiempo, aunque mejor habría sido que se lo concedieran por alguno de sus brillantes trabajos.
Ene se ejercicio de melancolía del que antes hablaba, me ha venido a la cabeza la imagen de esta actriz natural de Dublín, un rostro que reflejaba fortaleza, carácter, belleza, sensualidad, carisma, simpatía y mirada profunda, seductora y amable, y cómo no he imaginado su pelirroja melena al viento navegando en un barco pirata junto a Tyrone Power (Cisne negro, 1942) o con Errol Flynn (La isla de los corsarios, 1952); o corriendo con John Wayne (El hombre tranquilo, 1952) por Innisfree, ese pueblo imaginario de Irlanda al que espero ir algún día; o viviendo mil aventuras junto a Douglas Fiarbanks en Simbad el marino, película de 1947; viajando con su hija y una vaca por el Oeste, ante la mirada perpleja y enamorada de James Stewart en Una dama entre vaqueros (1966); enamorando con sus danzas zíngaras al contrahecho Quasimodo interpretado por Charles Laughton en Esmeralda la Zíngara (1939), actor con el que ya había trabajado en La posada de Jamaica de Alfred Hitchcock en 1939; o viajando de Boston a California para reunir a sus gemelas y reencontrarse con su marido en Tu a Boston y yo a California (1961), una simpática comedia con Hayley Mills y Brian Keith. Y esto por citar sólo algunos títulos.
Trabajó con grandes actores y directores y tuvo verdadera amistad con John Wayne y John Ford. De Wayne, con el que trabajó en numerosas ocasiones dijo en una entrevista en 1950: "John Wayne es un verdadero hombre. Denme un hombre como Wayne. Y en el Congreso, en 1979, dijo: "He tenido el priveligio de conocer a tres grandes hombres en mi vida: A mi padre, a John Wayne y a Charles Blair". De hecho en 1979´, año de la muerte de Wayne, la actriz solicitó al Congreso una memoria conmemorativa de John Wayne, y su solicitud fue atendida.
Maureen O'Hara ha vivido una vida larga, con varios amores, el cariño de su familia y el de su público incondicional (ahí me incluyo). Descansa en paz, un beso, y hasta que nos veamos en el cielo. Y hasta entonces... a vivir en ese particular cielo de celuloide.
Y por supuesto como homenaje me haré mi propio ciclo de Maureen O'Hara donde no faltarán "El hombre tranquilo", "La isla de los corsarios", "Cisne negro", "Bagdad" o "Esta tierra es mía"