las mujeres de verdad tienen curvas es una película dirigida en 2002 por Patricia Cardoso y protagonizada por América Ferrera, que da vida a Ana, una joven hispana de 18 años que vive en los Ángeles con su familia y que aspira a ir a la Universidad. Sin embargo, su madre se opone, piensa que es mejor que trabaje en un taller de costura y se deje de sueños universitarios. También cree que debe adelgazar y encontrar novio pronto.
Este filme consiguió el Premio Especial del Jurado y el Premio del Público en el Festival de Cine de Sundance 2002 y el Premio de la Juventud del Festival de Cine de San Sebastián 2002, así como el Premio a los Productores de los Independent Spirit Awards 2003.
Las mujeres de verdad tienen curvas nos puede ayudar a reflexionar sobre como ciertos cánones de belleza se imponen en la sociedad y pueden llegar a presionar a los jóvenes.
La madre de Ana y, en general su entorno, piensan que tener unos kilos de más es feo, que hay que adelgazar para ser guapa y agradar a los hombres, que si no adelgaza no conseguirá un novio o un marido, sin embargo, la joven piensa que ella es algo más que un físico, que es inteligente y con más cualidades que un cuerpo más o menos atractivo según unos modelos impuestos por el mundo de la moda, el cine o la prensa rosa. Su grodura no le va a restar un ápice de autoestima. Ella se ve bella con curvas, no le desagrada su cuerpo, se considera una mujer de verdad. Tener unos kilitos de más no le angustia, a pesar de los comentarios desagradables de su madre en relación con su físico. En la película Ana evoluciona desde la vergüenza inicial por su kilos de más hasta la aceptación de su cuerpo.
Podemos utilizar esta película para la reflexión y el debate: analizar los distintos puntos de vista Ana y su madre, por qué motivos crita la madre a la joven por su gordura y pensar también si en nuestro entorno existe esa presión por el físico y cuáles son los ideales de belleza en la actualidad, y si esos cánones físicos se relacionan con el éxito y el triunfo social o laboral.
El peso, el aspecto físico no debe convertirse en una obsesión, ni debemos sentir presiones para cumplir con unos modelos estéticos que, además, cambian con el tiempo, o si no que se lo digan a Rubens cuando pintó "Las tres gracias". En la Prehistoria, por ejemplo, las representaciones artísticas que se han conservado nos dan una imagen de mujeres caracterizadas por el abultamiento de los senos, el vientre y las caderas, para representar el culto a la fecundidad.
No se trata de ensalzar el sobrepeso que puede tener efectos muy negativos sobre la salud y ser un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, por ejemplo. Pero una cosa es la vida sana con ejercicio y dieta equilibrada, y otra cosa es la obsesión, la infelicidad o incluso la enfermedad (anorexia, bulimia).
La vida sana es importante: hacer algo de ejercicio evitando la vida sedentaria, comer de forma moderada, equilibrada, variada: no nos olvidemos de la dieta mediterránea y desterramos la comida basura con mucha grasa. También habría que mencionar la moderación con el alcohol y suprimir el tabaco.
ResponderEliminarPero una cosa fundamental es la aceptación de uno mismo, la autoestima.
Aunque dicen que la belleza está en el interior, el aspecto físico influye mucho en la sociedad, pero no debe convertirse en una obsesión, una persona es mucho más que un físico.
ResponderEliminarEn ocasiones las presiones sociales pesan mucho, y no debería ser así. Y las imágenes que muestra el cine, la televisión o la publicidad tienen mucha influencia social, marcan tendencia.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, tenéis razón, es muy importante una vida sana, unos hábitos saludables pero también saber aceptarse uno mismo.
ResponderEliminarLa publicidad, el cine, la televisión a veces ofrecen imágenes que condicionan, que tienen una gran influencia social, sobre todo en las personas más jóvenes, por tanto, tienen una gran responsabilidad.
Gracias por vuestros comentarios.