Síndrome de Tourette

El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico que lleva el nombre del médico Georges Gilles de la Tourette, neurólogo pionero de nacionalidad francesa que en 1885 publicó un resumen de nueve casos de personas que presentaban movimientos involuntarios. Otro médico francés, Jean Marc Gaspard Itard, describió en 1825, por primera vez, el caso de la marquesa de Dampierre, de 86 años de edad que padecía la enfermedad que hoy conocemos como enfermedad de Tourette. Por lo general, los síntomas del síndrome de Tourette se manifiestan antes de los 18 años de edad, en personas de cualquier raza y en ambos sexo, aunque es más frecuente en varones. La sintomatología suele ser moderada, aunque en algunos pacientes puede ser muy leve y en otros, por el contrario severa. Muchas  personas con síndrome de Tourette sólo presentan tics. Sin embargo, algunas experimentan problemas adicionales como trastorno obsesivo-compulsivo, problemas de conducta, trastorno de déficit de atención, trastornos del desarrollo del aprendizaje, como dificultades de lectura, escritura, cálculo, etc. y trastornos del sueño. 
El diagnóstico se establece observando los síntomas y estudiando el historial familiar. Los tics motores y fónicos deben estar presentes al menos 6 meses.

Existen diversas películas y series de televisión en las que aparece un personaje con síndrome de Tourette. En este blog ya hemos hablado de la película al frente de la clase, en la que el protagonista está afectado por este síndrome, y de la novela Huérfanos de Brooklyn,  pero también podemos citar filmes como: No es otra estúpida película americana, o Gigolo aparece algún personaje que supuestamente sufre el síndrome de Tourette. Asimismo en la serie de animación South Park, hay un personaje llamado Cartman, un niño que no hace más que soltar tacos. En uno de los capítulos este personaje se encuentra en un supermercado a un niño con este síndrome, con coprolalia y nadie le regaña cuando suelta palabrotas, así que decide decir que padece este síndorme y así poder decir con libertad todas las palabras malsonantes que se le ocurran.