Ayer volví a ver la excelente película de Billy Wilder: El apartamento, para poder escribir el comentario para Laboralcinema (Laboralnews). Como sabéis en esa sección abordo aspectos relacionados con el mundo laboral, y en ese sentido esta película tiene mucha miga, pero también podemos comentar alguna cosa relacionada con la Medicina ya que aparece un personaje, vecino del protagonista que es médico. Un hombre de mediana edad, al parecer de origen alemán, que vive al lado del personaje al que da vida Jack Lemmon, un joven amable que no sabe decir que no, y eso le ha traído muchos problemas, pues varios jefes de su empresa utilizan su piso como picadero a cualquier hora del día o de la noche y montan juergas con sus amantes y amiguitas, prometiéndole ascensos y buenos informes de productividad. Los vecinos piensan que este pobre empleadillo es un crápula, y él no dice nada, pues prefiere que todos piensen que es un juerguista y un ligón a que sepan que en realidad es un calzonazos.
El médico le dice que con tanta juerga y tanta bebida debe tener unos riñones de acero y que por favor done su cuerpo a la Medicina que él quiere investigarlo. Le da buenos consejos, le dice que se cuide, le ayuda cuando tiene un problema importante en su piso, o más que él una compañera de trabajo que ha tomado una sobredosis de somníferos y ha de practicarle un lavado de estómago, y en una ocasión le dice "que sea un hombre". Es lo mejor que le podría haber dicho, pues finalmente saca fuerzas, un poco de orgullo y deja de someterse al trato vejatorio de sus jefes. Esta decisión le traerá la felicidad.
El médico es un personaje simpático, lleno de encanto, y una figura muy positiva en la vida de nuestro protagonista.
No os perdáis esta película, obra maestra de Wilder, con una espectacular interpretación de Jack Lemmon.
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