La reina de Nueva York es una película de 1937, protagonizada por Carole Lombard y Fredric March, dirigida por William A. Wellman y con guión de Ben Hecht.
Fredric March da vida a un periodista que vende a su periódico una historia fantástica pero totalmente falsa, y cuando se descubre el pastel es relegado a la sección de necrológicas, como castigo por su fraude.
Carole Lombard es una joven que nunca ha salido de su pueblo, tiene ilusiones y sueños pero cree que nunca se cumplirán pues su médico le ha diagnosticado un envenenamiento por radio y le ha dado pocos meses de vida. Fredric March se entera del dramático caso y cree que puede tener una conmovedora noticia que le saque de las necrológicas y le lleve de nuevo a la primera página de su periódico. Llevará a la joven moribunda a Nueva York y hará que cumpla todos sus sueños y muera feliz, y por supuesto, cada paso que den, será mostrado en exclusiva por el periódico. Ella accede feliz pese a que el médico le acaba de decir que se había equivocado en el diagnóstico. Así pues, médico, paciente y periodista se embarcan en una surrealista aventura. El periódico se vuelca, el público mucho más, el problema surge cuando la chica tarda en morirse, y más aún cuando deciden contratar a otros especialistas para que examinen su caso.
Por supuesto, también contamos con una bonita historia de amor.
Por supuesto, también contamos con una bonita historia de amor.
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