Este fin de semana he visto Mañana es vivir una película que no conocía y que sumé a mi videoteca con gran alegría. La elegí fundamentalmente por la presencia de Orson Welles, al que todos recordaréis por magníficos papeles en El tercer hombre, Ciudadano Kane, Cagliostro, Campanadas a media noche o Sed de mal, entre otras. Pero es que además en la película también nos encontramos a una de las grandes: Claudette Colbert, de la que recientemente he vuelto a ver Pacto tenebroso, y por supuesto recomendaría comedias como Sucedió una noche (por esta película ganaría el Oscar), con un espléndido Clark Gable como partenaire, o Un marido rico. Y no puedo dejar de mencionar títulos como El signo de la cruz, Cleopatra, o Imitación a la vida, entre otros filmes.
Y como no hay dos sin tres, entre los principales actores contamos además con George Brent, del que también os recomiendo Amarga victoria y La escalera de caracol.
A Welles, Colbert y Brent les acompañan en el reparto Lucile Watson, Richard Long, Natalie Wood, John Wengraf, Sonny Howe, Michael Ward, y Ian Wolfe.
La película que hoy nos ocupa, Mañana es vivir, fue dirigida por Irving Pitchel en 1946, con guión de Lenore J. Coffee, basado en una historia de Gwen Bristow. La música corre a cargo del sensacional Max Steiner y de la fotografía es responsable Joseph A. Valentine.
La acción comienza durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Elizabeth y John están casados y muy enamorados, pero han de separarse cuando él se alista como piloto. Cuando termina la guerra ella está esperanzada y deseando el reencuentro, cuando recibe un telegrama que le informa fríamente de la terrible noticia del fallecimiento de su amado esposo, que ha muerto sin saber que hay un hijo en camino. Ella recibe toda la ayuda y apoyo de su jefe, que está enamorado de la joven. Ambos se acaban casando y forman una familia feliz con dos hijos.
En realidad John no ha muerto, pero ha sufrido graves daños en la cara, que le ha quedado desfigurada, y tiene importantes dificultades para caminar. Al verse en esas condiciones, gravemente mutilado, decide que es mejor que su esposa lo dé por muerto y se evite el sufrimiento de ver a su marido en esas condiciones. Además así no habrá de sacrificarse por él y podrá rehacer su vida y ser feliz. 20 años después volverán a encontrarse... y no desvelo nada más para guardar algo de misterio. Os animo a verla y a disfrutar de este drama magníficamente interpretado y que a nadie dejará indiferente.
John toma una decisión pensando en la felicidad de su mujer, renuncia a ella pensando que de esa manera la joven será más feliz, pero la verdad es que no tiene en cuenta su opinión, su voluntad, su decisión. El protagonista actúa con una actitud bastante paternalista y además da una imagen negativa de la discapacidad: para no sufrir es mejor alejarse de la persona con discapacidad.
Es una película muy interesante que hace pensar y sobre la que se puede debatir largo y tendido. Seguro que la mencionaré en la Jornada de Cine y Discapacidad.
Ahora me viene a la cabeza otra película de la que ya he hablado en Cinemed: Hombres (1950), debut cinematográfico de Marlon Brando, en la que da vida a un joven soldado que en la Segunda Guerra Mundial queda parapléjico por una herida de guerra y se niega a hacer la rehabilitación y a que lo visite su novia. Se define como un "medio hombre" y no quiere que su novia lo rechace o que lo acepte por lástima. Sin embargo, la insistencia de la joven consigue sus frutos. En la imagen podemos ver al actor en silla de ruedas. Para preparar su papel estuvo un mes ingresado en un hospital de veteranos con muchos jóvenes con lesión medular y haciendo la misma vida que ellos para que su interpretación fuera creíble y estuviera ajustada a la realidad.
En El regreso (1978) el protagonista, también parapléjico, consigue que una guapa enfermera voluntaria vea en él algo más que la silla de ruedas, que la discapacidad, y el amor va a ser para él muy favorable en su recuperación. En el siguiente vídeo podéis ver el tráiler de este filme.
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