Hoy dentro del ciclo de Alfred Hitchcock vamos a hablar de la película Yo confieso. Os recomiendo que veáis primero la película porque en este post os vamos a revelar los entresijos del filme y a descubrir aspectos clave.
Yo confieso es una película dirigida por Alfred Hitchcock en 1953, protagonizada por Montgomery Clift, Anne Baxter y Karl Malden.
Montgomery Clift fue nominado al Oscar en tres ocasiones y Yo Confieso fue uno de los grandes éxitos de su carrera, la cual se vio truncada con su prematura muerte el 26 de julio de 1966.
Yo confieso es una película dirigida por Alfred Hitchcock en 1953, protagonizada por Montgomery Clift, Anne Baxter y Karl Malden.
Montgomery Clift fue nominado al Oscar en tres ocasiones y Yo Confieso fue uno de los grandes éxitos de su carrera, la cual se vio truncada con su prematura muerte el 26 de julio de 1966.
Hitchcock nunca estuvo muy contento con esta película, y así se lo manifestó a Truffaut en la entrevista que el realizador francés le hizo a Hitch. ¿Por qué no le gustaba a nuestro director favorito esta película? Pues ni más ni menos, porque la encontraba demasiado seria, y a él siempre le agradaba dar alguna pincelada de humor, algo de ironía, y aquí brillaba por su ausencia, salvo, quizás, las escenas del fiscal (Brian Aherne), cuando está en una fiesta o jugueteando con tenedores y vasos.
Otra película que tampoco gustaba mucho a Hitchcock por su seriedad y oscuridad era Falso culpable (1956), con Henry Fonda.
Otra película que tampoco gustaba mucho a Hitchcock por su seriedad y oscuridad era Falso culpable (1956), con Henry Fonda.
Yo Confieso se basa en una obra teatral francesa, Nos Deux Consciences, escrita en 1902 por Paul Anthelme. El rodaje de la película se realizó en Quebec, Canadá y se incluyeron numerosos exteriores de la ciudad, así como escenas interiores de sus iglesias y otros edificios de interés.
En muchas películas del mago del suspense la culpa recae sobre algún personaje inocente, como ya hemos visto anteriormente en este ciclo en títulos como 39 escalones o Inocencia y juventud, o en otros títulos de los que hablaremos en el futuro como Sabotaje, Atrapa a un ladrón, Crimen perfecto o Con la muerte en los talones.
En Yo confieso también hay un falso culpable, que es el padre Logan, a quien da vida Monty Clift. Se trata de un sacerdote católico que una noche recibe la confesión de Otto Keller, un alemán que trabaja en la parroquia junto con su esposa. Le confiesa que ha matado a un hombre, a un abogado llamado Vilette, cuyo jardín cuidaba, y al que quería robar. Este abogado no era trigo limpio pues chantajeaba al padre Logan por el romance que tuvo con Ruth Grandfort, esposa de un político influyente que había sido novia de Logan en el pasado, antes de la guerra y de la ordenación de Logan.
En Yo confieso también hay un falso culpable, que es el padre Logan, a quien da vida Monty Clift. Se trata de un sacerdote católico que una noche recibe la confesión de Otto Keller, un alemán que trabaja en la parroquia junto con su esposa. Le confiesa que ha matado a un hombre, a un abogado llamado Vilette, cuyo jardín cuidaba, y al que quería robar. Este abogado no era trigo limpio pues chantajeaba al padre Logan por el romance que tuvo con Ruth Grandfort, esposa de un político influyente que había sido novia de Logan en el pasado, antes de la guerra y de la ordenación de Logan.
El secreto médico, por ejemplo, no es un secreto absoluto, y existen algunas excepciones, pero el secreto de confesión sí es un secreto absoluto, no puede revelarse, y aunque Logan sea conocedor del delito de Keller debe callar, incluso cuando le acusan a él injustamente. Y le acusan porque el criminal fue a la casa de Vilette vestido con una sotana y guardó la prenda manchada de sangre, la cual esconde entre las pertenencias del sacerdote para dirigir las sospechas hacia él. Pero es que además el padre Logan tenía un móvil, el asunto del chantaje. Todos estos indicios le ponen las cosas muy negras al joven sacerdote.
Hitchcock tuvo muchas dudas sobre quién debía interpretar al protagonista de esta historia, pensó en algunos de sus actores fetiche como Cary Grant o James Stewart, pero ambos rechazaron el papel, y al final fue Monty Clift quien dio vida al atormentado sacerdote. La relación director-actor fue algo tormentosa pues Clift llegaba bebido al rodaje, con los ojos vidriosos. Además a Hitch no le gustaba el Método del Actor's Studio que han seguido importantes actores como Marlon Brando, James Dean, Paul Newman o Monty Clift. Los actores del método consideran que el actor debe convertirse en el personaje para, de esa forma, ofrecer a los espectadores un retrato fiel. A menudo estos actores le preguntaban a Hitch cuál era la motivación del personaje en tal o cual escena, y él les contestaba cualquier cosa como "la motivación es llegar al otro lado de la habitación", con lo que seguramente les dejaría perplejos o decepcionados. Para Hitch era la cámara la que actuaba, por supuesto adecuadamente dirigida por el realizador. Cuando pronunció la famosa frase, generalmente mal interpretada "los actores deben tratarse como si fueran ganado", se refería a que utilizaba a los actores como objetos, igual que un artista pinta un bodegón, y que él les otorgaba un sentido con su cámara.
A Hitchcock le irritaba mucho que Clift dependiera de su profesora de arte dramático Mira Rostova y siempre buscara su aprobación, llegando a desviar la mirada mientras actuaba. Hitch no lo soportaba, pero no reprendía su comportamiento y en el fondo lo admiraba.
En la imagen podemos ver a Mira Rostova, profesora de Clift.
De todas formas, a pesar de las dudas de Hitch y de la mala relación entre actor y director, al final Hitchcock quedó satisfecho con el resultado de la interpretación de Montgomery Clift.
El actor da vida a un sacerdote austero, contenido, silencioso, un silencio que nos recuerda a cada momento que debe callar, que no puede revelar lo que Keller le contó en el confesionario. Pero aunque hable poco, a través de actitudes y miradas el actor y el director logran transmitirnos los sentimientos y pensamientos del atormentado sacerdote.
Se puede poner como ejemplo una escena en la que unos sacerdotes charlan durante el desayuno de temas sin importancia mientras la cámara enfoca el rostro del protagonista y el de Alma Keller, la esposa del asesino, que sabe lo que ha hecho su marido y está bastante angustiada. La tensón se masca en el ambiente: ¿el sacerdote contará lo que sabe? ¿Delatará a Keller?
Aunque al padre Logan lo declaran no culpable la gente no piensa lo mismo y empiezan a insultarle y casi lo linchan, la turba busca justicia. Él lo acepta todo estoicamente, por una parte porque debe callar por su obligación de guardar el secreto de confesión, o también en el fondo porque tiene sentimiento de culpa pues la muerte del abogado le ha venido bien. Con su muerte cesa el chantaje, terminan los problemas para el y para Ruth, ¿Se siente culpable porque se alegra de la muerte del abogado?
Pedro Gutiérrez Recacha en su obra Hathaway, Hitchcock, Stroheim. Directores católicos en el Hollywood clásico publicado en 2014 por Ediciones Encuentro, hace referencia a Yo confieso en un apartado titulado "Una película que sólo un católico comprendería: Yo confieso". Insiste en lo frecuente que es encontrar en la filmografía de Hitchcock la historia del falso culpable, y menciona que inicialmente Keller muestra su deseo de redimirse mediante la confesión, pero posteriormente su personaje se va haciendo más y más oscuro, aunque la verdad es que yo lo veo oscuro desde el principio, pues él se puso la sotana para que no le reconocieran y en caso de que alguien le viera salir de casa del abogado chantajista pensaría que era un sacerdote. Lo que sí es cierto es que inicialmente parece arrepentido pero luego vamos viendo su verdadera cara que le lleva a implicar al padre Logan o a disparar a su mujer para que no diga la verdad.
El crítico francés André Bazin dijo de esta película que es un perfecto mecanismo de relojería pero carente de alma, y algunos que han criticado la película se han referido a que Hitch, en cierto modo, ha traicionado el espíritu de la historia original, centrada en el secreto de confesión, convirtiendo este secreto en un Mac Guffin.
Sin embargo, a mí me gusta la película, me parece sobria e interesante, con buenas interpretaciones, y veo numerosos signos cristianos, tal como recoge también Gutiérrez Recacha en su libro. "Señalamos a tal efecto el plano en el que, a tal efecto, el plano en el que, mientras al fondo del encuadre la diminuta figura del padre Logan transita por la calle tratando de aclarar su mente, en primer plano contemplamos una imagen de Cristo cargando con la cruz hostigado por dos soldados romanos", con esta escena que parece un paso procesional el director nos recuerda que el protagonista está viviendo su propio viacrucis, y esta no es la única escena que nos lo recuerda, también cuando lo vemos maltratado por la gente tras el juicio, casi lo linchan y eso recuerda a las voces de la gente gritando ¡¡Crucifícale, crucifícale!!
Otro paralelismo se da durante el juicio cuando preguntan al sacerdote si alguien pudo guardar la sotana manchada de sangre entre sus pertenencias y el calla, igual que calló Cristo durante el juicio, y se muestra un perfil del sacerdote y en la pared un crucifijo.
En la imagen podemos ver a Mira Rostova, profesora de Clift.
De todas formas, a pesar de las dudas de Hitch y de la mala relación entre actor y director, al final Hitchcock quedó satisfecho con el resultado de la interpretación de Montgomery Clift.
El actor da vida a un sacerdote austero, contenido, silencioso, un silencio que nos recuerda a cada momento que debe callar, que no puede revelar lo que Keller le contó en el confesionario. Pero aunque hable poco, a través de actitudes y miradas el actor y el director logran transmitirnos los sentimientos y pensamientos del atormentado sacerdote.
Se puede poner como ejemplo una escena en la que unos sacerdotes charlan durante el desayuno de temas sin importancia mientras la cámara enfoca el rostro del protagonista y el de Alma Keller, la esposa del asesino, que sabe lo que ha hecho su marido y está bastante angustiada. La tensón se masca en el ambiente: ¿el sacerdote contará lo que sabe? ¿Delatará a Keller?
Aunque al padre Logan lo declaran no culpable la gente no piensa lo mismo y empiezan a insultarle y casi lo linchan, la turba busca justicia. Él lo acepta todo estoicamente, por una parte porque debe callar por su obligación de guardar el secreto de confesión, o también en el fondo porque tiene sentimiento de culpa pues la muerte del abogado le ha venido bien. Con su muerte cesa el chantaje, terminan los problemas para el y para Ruth, ¿Se siente culpable porque se alegra de la muerte del abogado?
Pedro Gutiérrez Recacha en su obra Hathaway, Hitchcock, Stroheim. Directores católicos en el Hollywood clásico publicado en 2014 por Ediciones Encuentro, hace referencia a Yo confieso en un apartado titulado "Una película que sólo un católico comprendería: Yo confieso". Insiste en lo frecuente que es encontrar en la filmografía de Hitchcock la historia del falso culpable, y menciona que inicialmente Keller muestra su deseo de redimirse mediante la confesión, pero posteriormente su personaje se va haciendo más y más oscuro, aunque la verdad es que yo lo veo oscuro desde el principio, pues él se puso la sotana para que no le reconocieran y en caso de que alguien le viera salir de casa del abogado chantajista pensaría que era un sacerdote. Lo que sí es cierto es que inicialmente parece arrepentido pero luego vamos viendo su verdadera cara que le lleva a implicar al padre Logan o a disparar a su mujer para que no diga la verdad.
El crítico francés André Bazin dijo de esta película que es un perfecto mecanismo de relojería pero carente de alma, y algunos que han criticado la película se han referido a que Hitch, en cierto modo, ha traicionado el espíritu de la historia original, centrada en el secreto de confesión, convirtiendo este secreto en un Mac Guffin.
Sin embargo, a mí me gusta la película, me parece sobria e interesante, con buenas interpretaciones, y veo numerosos signos cristianos, tal como recoge también Gutiérrez Recacha en su libro. "Señalamos a tal efecto el plano en el que, a tal efecto, el plano en el que, mientras al fondo del encuadre la diminuta figura del padre Logan transita por la calle tratando de aclarar su mente, en primer plano contemplamos una imagen de Cristo cargando con la cruz hostigado por dos soldados romanos", con esta escena que parece un paso procesional el director nos recuerda que el protagonista está viviendo su propio viacrucis, y esta no es la única escena que nos lo recuerda, también cuando lo vemos maltratado por la gente tras el juicio, casi lo linchan y eso recuerda a las voces de la gente gritando ¡¡Crucifícale, crucifícale!!
Hitchcock sabía muy bien que los católicos entenderían perfectamente la película conocedores del secreto de confesión, pero para un no católico sería más difícil asumir que una persona sería capaz de dejar que lo acusen, condenen o incluso le maten, con tal de no revelar un secreto. Y sin entender eso los pilares de la trama no se sustentan. Para comprender la historia es preciso hacerlo desde una perspectiva católica. A posteriori el director lo consideró un error, pues esto limitaba el público potencial.
Pero hay que decir que estas pinceladas católicas han colocado a Yo confieso en el puesto 34 de las 100 mejores películas católicas de la historia en el National Catholic Register y Faith & Family (2004).
Para terminar decir que en este filme aparecen dos crímenes, lo cual podría llevar a un análisis médico-forense exhaustivo, y así ocurriría en series de televisión como CSI, El cuerpo del delito o Bones, pero Hitchcock, en general, no se detiene mucho en aspectos médico-forenses. Como datos criminalísticos se hace referencia a la causa de la muerte del abogado, un golpe en la cabeza, y en el caso de Alma, todos podemos ver a su marido disparándola con una pistola. También se menciona que se ha encontrado una sotana manchada de sangre pero ¿Se comprueba a quién pertenece dicha sangre? Todos estos aspectos tienen un papel secundario y la película está más centrada en el sufrimiento del padre Logan, en la historia del falso culpable.
Hitchcock llegó a decirle a Truffaut que la película fue un error pero yo creo que no, yo pienso que el error es, precisamente, considerarla un error.
La próxima película que comentaremos en El ciclo de Alfred Hitchcock será El proceso Paradine protagonizada por Gregory Peck, que también trabajó con Hitchcock en Recuerda.
Y por si no habéis leído las entradas de las otras películas que hemos comentado dentro de este ciclo os dejo los enlaces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario