Llevamos ya un montón de días encerrados, y cada día aumentan las cifras de contagiados y fallecidos. No son cifras, no son estadísticas, son personas con nombres y apellidos, son familias rotas, son dramas humanos, que en muchos casos se podrían haber evitado.
Nuestras vidas han cambiado y no son días de cantos por la ventana, bizcochos y aerobic online, son días de miedo, de soledad, de enfermedad, de dolor, de angustia, de impotencia, de indignación, de enfado...
Chaplin nos decía que un día sin reír es un día perdido, y yo creo que estamos perdiendo muchos, porque de reír tenemos pocas ganas, ya que por mucho que nos quieran hacer creer que vivimos en los mundos de Yupi, que es bonito estar en casa, salir al balcón a saludar a los vecinos o jugar al bingo a través del patio, no se nos olvida todo lo que tratan de ocultar, y no se nos olvida cómo, aquellos que están bien provistos de todo, sólo piensan en ver cómo se salvarán de la quema cuando esto acabe y cómo culparán a otros e intentarán irse de rositas.
Chaplin, intentaré sonreír, pero la verdad es que no tengo muchas ganas.
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