domingo, 21 de septiembre de 2014

Vorágine


Ayer volví a ver la película Vorágine (1949) del director Otto Preminger, protagonizada por la bellísima Gene Tierney, a la que no podéis perderos en otros títulos como Que el cielo la juzgue, El hijo de la furia, o Laura, entre otros muchos. Le acompañan en el reparto Richard Conte y José Ferrer. 

Ann Sutton es una joven a la que pillan robando un broche en una tienda. Su esposo es un renombrado psicoanalista que desconoce la cleptomanía de su mujer. En realidad esa cleptomanía comenzó como acto de rebeldía contra su padre y ahora es, quizás, una forma de reclamar la atención de su marido, siempre ocupado con su trabajo. Hablando de cleptomanía seguro que a todos nos viene a la cabeza la película de Hitchcock Marnie la ladrona con Tippie Hedren y Sean Connery, en la que el psicoanálisis está muy presente.

Un desalmado que se dedica al hipnotismo hipnotiza a Ann para implicarla en un crimen y desviar la culpabilidadhacia otro buscándose una buena coartada.



Como en tantas otras ocasiones se relaciona la hipnosis con comportamientos delictivos, lo cual puede ofrecer una imagen errónea de esta técnica terapéutica.

La hipnosis no haría que una persona obrara en contra de sus principios o de su moral. En muchos filmes, sin embargo, se somete a alguien a hipnosis para conseguir que cometa algún delito. En Vorágine Ann es hipnotizada para que robe unos discos con grabaciones comprometedoras y ella lo hace, pero, como explica su marido, es algo que no va en contra de sus principios o de su manera habitual de actuar, puesto que es cleptómana y está acostumbrada a robar.


Además vemos un uso terapéutico de la hipnosis, en concreto como gtratamiento de un caso de insomnio. Y seguramente la aplicación más interesante, y que además es clave en la trama es el empleo de la autohipnosis como medio para aliviar el dolor. El asesino ha sido intervenido de un pólipo y está ingresado en el hospital con fiebre y mucho dolor, pero se somete a autohipnosis para no sentir dolor, sale del hospital, comete el crimen y vuelve a la clínica sin que nadie se haya percatado de su ausencia. Tiene la coartada perfecta, o eso le parece, puesto que nadie imagina que un hombre en su estado, recién operado y con fuertes dolores, pueda salir del hospital y cometer un crimen. Así que aquí se muestra la hipnosis como herramienta para el control del dolor

El psicoanalista esposo de Ann sospecha lo que ha ocurrido tras leer en un antiguo recorte que tenía guardado el caso de un médico que se autohipnotizó y se operó de apendicitis sin necesidad de anestesia.

El doctor, deseoso de salvar a su esposa y demostrar quién es el verdadero culpable del crimen, expone su teoría al policía encargado del caso. Aunque el policía no está muy convencido, decide poner una trampa al hipnotizador para llegar a la verdad.

Esta interesante película también nos puede servir para hablar del intrusismo profesional, pues tenemos a un charlatán, que sin título alguno trata a pacientes, las somete a hipnosis y a tratamientos engañosos para satisfacer sus propios fines, siempre oscuros como estafas y crímenes.


A continuación os dejo un vídeo con unas escenas de esta película de cine negro, y además, para que conozcáis otros trabajos de la actriz protagonista, unas escenas de Laura, una película genial que os recomiendo. Yo la he visto muchas veces y nunca me canso. Además el tema musical es precioso.



En Cinemed podéis leer otras entradas sobre la hipnosis, aquí os dejo los enlaces por si estáis interesados:

La hipnosis en el cine

Hipnosis y cine


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Etiquetas