miércoles, 31 de agosto de 2011

EL CONQUISTADOR DE MONGOLIA: UNA PELÍCULA MORTAL


The conqueror o El conquistador de Mongolia fue un filme producido en 1956 por Howard Hughes y dirigido por Dick Powell, que contó con John Wayne como el caudillo mongol Ghengis Khan y la actriz Susan Hayward como la princesa Bortai. El reparto se completó con Agnes Moorehead, Pedro Armendáriz, William Conrad, Jefe Tahachee, entre otros.
El largometraje fue un fracaso comercial y fílmico (fue catalogado como una de las peores películas de los años 50), lo que es bastante significativo dado su reparto de lujo. Wayne, que se encontraba en el cénit de su carrera, peleó con uñas y dientes por el papel después de haber leído el guión, aunque muchos han opinado que el papel no le pegaba ni con cola y que se equivocó en la elección.  The Conqueror,  es una película considerada maldita, no sólo por el fracaso que supuso sino porque, muy probablemente, es la que lleva asociadas más muertes de actores y personal técnico.  Una inundación casi acaba con la vida de todo el equipo de rodaje, y poco después la actriz principal Susan Hayward sufrió el ataque de una pantera negra que por poco se pega un buen festín con la actriz. Pero eso son únicamente anécdotas comparado con lo que sucedió después, que se llevó por delante a gran parte del equipo técnico y artístico. Nos encontramos en los años 50, en plena guerra fría, y todo lo relacionado con la defensa era objeto del más estricto secreto, y más aún la novedosa tecnología nuclear. En aquella época no se conocían bien los efectos negativos de las radiaciones nucleares y no se habían desarrollado todavía los más básicos protocolos de seguridad.
Para el rodaje de los exteriores de la película, aunque se pensó en viajar a Mongolia pues se contaba con un amplio presupuesto, por cuestiones políticas se optó por rodar en localizaciones cercanas a St. George en el desierto de Utah, no lejos del campo de pruebas del Gobierno de los Estados Unidos en Nevada, lugar donde se ensayaban armas nucleares durante los años 50.    

El reparto y el equipo de filmación vivieron 13 semanas difíciles en el rodaje de exteriores, soportando un calor sofocantes y algunos accidentes. De ese escenario natural Hughes posteriormente enviaría 60 toneladas de tierra a un estudio, para completar la filmación. El reparto de actores, el director y equipo de filmación sabían que en esa zona se realizaban pruebas nucleares, de hecho, existen documentos gráficos de Wayne sosteniendo un contador Geiger durante la producción, pero, como se ha mencionado anteriormente, en esta época, todavía no se conocía  la relación entre la exposición al polvo radiactivo y el cáncer.
Muchos de los miembros del equipo desarrollaron cáncer, aunque tampoco se pueden descartar otros factores, ya que, por ejemplo, John Wayne y Agnes Moorehead eran fumadores empedernidos.
El profesor de Biología de la Universidad de Utah, Doctor Robert Pendleton describió la incidencia de cáncer entre el personal de filmación y el reparto como una «epidemia».
Es preciso destacar que 91 miembros del reparto y del equipo habían contraído cáncer para 1984, y muchos fallecieron.  El doctor Pendleton señaló:
«Con estos números este caso podría ser calificado como una epidemia. La conexión entre la radiación por lluvia radioactiva y cáncer en casos individuales ha sido prácticamente imposible de demostrar concluyentemente. Pero en un grupo de este tamaño la expectativa sería de 30 individuos con posibilidad de desarrollar alguna forma de cancer... Creo en referencia a la exposición de reparto y equipo fílmico en la filmación de "The Conqueror" que podría llevarse a un Tribunal de Justicia».
 El casting de The Conqueror estaba conformado por estrellas muy conocidas: John Wayne, Pedro Armendáriz, Susan Hayward en su tercera película junto a Wayne, Agnes Moorehead, William Conrad y Lee van Cleef.
Apenas ocho meses después del estreno y a poco más de dos años del fin del rodaje, el compositor de la partitura del film, Victor Young, murió en su casa de Palm Beach a los 56 años de edad. La causa: una hemorragia cerebral masiva producida por un cáncer cerebral.
El 2 de enero de 1963 lo siguió a la tumba el director Dick Powell, de un linfoma no-Hodgkin generalizado.
Pedro Armendáriz, que en la película hacía el papel de Jamuga —el escudero de Temujin—, se suicidó pegándose un tiro ¿Pero a qué se debió que se quitara la vida? Le habían diagnosticado cáncer renal con metástasis y le habían comunicado que se encontraba en fase terminal. Corría 1963 y el artista tenía sólo 51 años de edad.
Apenas ocho años después, el 18 de junio de 1971, murió de cáncer Thomas Gómez, que en la película encarna a Wang Khan. Tenía 56 años. Menos de tres años más tarde, el cáncer —esta vez de pulmón— alcanzó a la notable Agnes Moorehead, a los 68 años de edad, que alcanzó una gran popularidad dando vida a la bruja madre de Samantha en la serie televisiva Embrujada.
Hacía ya dos años que Susan Hayward, la hermosa tártara Bortai de quien Gengis se enamora a primera vista en la película, sabía que tenía cáncer cerebral. Desesperada y con horror al sufrimiento que le esperaba, había intentado suicidarse sin éxito en 1974. El cáncer le ganó la batalla el 14 de marzo de 1975, cuando tenía 56 años.
Marion Michael Morrison, nacido en Iowa en 1907 y conocido por el mundo como John Wayne y por sus amigos como The Duke, que había trabajado con Tom Mix y era el actor fetiche de John Ford, tuvo que luchar su propia batalla contra la enfermedad a partir de 1978. Su estómago había desarrollado un cáncer  que obligó a una gastrectomía (ablación total del órgano) radical. Al principio se le implantó una prótesis plástica, que se le tuvo que retirar unos meses después. El cáncer avanzó hacia el páncreas y el hígado del viejo vaquero, que perdió su último duelo el 11 de junio de 1979, pocos días después de su 72 cumpleaños. La familia ocultó el lugar de su sepultura durante 20 años, negándole incluso el epitafio que había dejado encargado en su testamento: "Feo, fuerte y formal" (en castellano). Hoy descansa bajo una sencilla lápida de granito en Newport Beach, California.

El actor que en la cinta da vida a Shama, John Hoyt, murió en California en 1991. ¿La causa del deceso? Carcinoma de pulmón. Seis meses más tarde, la bella bailarina Jeanne Gerson, que encarnaba a la esclava de Susan Hayward, muere de cáncer. Dos años después, la misma enfermedad arrebató a William Conrad (Kasar), de 64 años.
El director de efectos especiales de The Conqueror, Lingwood G. Dunn, es, probablemente, la última (cronológicamente hablando) víctima famosa  asociada con la película. Ya anciano, murió de cáncer el 15 de mayo de 1998 en Los Angeles.
Según múltiples y diversas fuentes, de las 220 personas que se aposentaron en el desierto de Escalante durante aquellos tres meses y que pisaron los sets rellenos con su arena durante otros dos, 91 contrajeron cáncer en los siguientes 30 años, de los que 46 ya habían muerto para 1980. Parece que esta incidencia de cáncer es  superior a la de la población general norteamericana.
La revista People afirma que 150 de los 220 artistas y técnicos de The Conqueror tuvieron cáncer ya en 1984. En esta cifra se engloban los que murieron de la enfermedad, los que estaban luchando contra ella y los que, tratados a tiempo, se curaron y salvaron sus vidas.
Por todo lo comentado muchos consideran al Conquistador de Mongolia como una película maldita, altamente peligrosa a la que se asocian numerosas muertes de grandes estrellas y magníficos técnicos del séptimo arte.
 

2 comentarios:

  1. Me ha parecido interesantísima la narración sobre El conquistador de Mongolia. El cine, una realidad virtual, atrapado por otra realidad, la de verdad, que no perdona, la muerte, y que se alia en este caso con la estupidez humana que se abre sin pensar a la técnica, los ensayos nucleares, que también juega su partida. En fin, una gran pérdida de grandes actores y del resto del equipo, por ellos mismos y por los que disfrutamos del cine.

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  2. Tienes toda la razón, los avances tecnológicos a veces se utilizan un poco a la ligera sin pensar en los daños que pueden acarrear. Supongo que nadie imaginó entonces las consecuencias devastadoras de rodar una película en un lugar donde habían realizado experimentos nucleares.
    Esto nos privó prematuramente de grandes actores y técnicos.

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